HISTORIA DE GALISTEO 1

sábado, 6 de febrero de 2010

POR EUGENIO ESCOBAR PRIETO
Cabe á este pueblo, como á otros muchos, la triste suerte de haberle adjudicado, sin fundamento sólido, origen más remoto del que le corresponde en realidad. No todos los que han hablado de Galisteo, siguieron la prudente conducta del padre Coria, quien al ocuparse de dicha villa en el capítulo LIV de su Descripción general de Extremadura, dice: “De su antigüedad y principio y quien haya sido su fundador, por no lo saber, no lo digo aquí”. Con semejante proceder, y el silencio guardado por otros, ofrece no pequeñas dificultades el estudio que vamos á emprender.

Se aumentan estas dificultades y resultan en alto grado perjudiciales para conocer el abolengo de este pueblo, por haber hecho, los que se ocupan del mismo, caso omiso de poblaciones importantes que existieron en sus cercanías, y cuya historia, aparte del interés que ofrecen para la general de Extremadura, se relaciona bastante con la de Galisteo, derramando al mismo tiempo viva luz sobre la fecha de su fundación.

En el esclarecimiento de tantos puntos oscuros, y al subsanar las notables omisiones á que ante hemos aludidos, procederemos con orden. Al efecto, antes de reseñar las vicisitudes por que ha pasado esta villa, estudiaremos primero los argumentos aducidos en pro de su antigüedad, presentando después, por orden cronológico, los numerosos datos que suministran las crónicas generales y los archivos extremeños, para con ellos demostrar que la existencia de Galisteo no se remonta más allá de fines del siglo XII ó principios del XIII.

Estos mismos documentos nos ayudarán á conocer los castillos de la Atalaya de Pelay Vellido y Xerih, que son los lugares próximos a Galisteo, á que antes nos referíamos.


Los que opinan que Galisteo existía durante la dominación de los árabes, alegan como razón principal, ó mejor dicho, única, una nota del sabio Gayangos con la que ilustra la importante obra Los Monumentos arquitectónicos de España, cuyo conocimiento ha de agradar á nuestros lectores. Afirma dicho escritor, que el Al-.makkari, en su capítulo VII, libro VI, refiriéndose á Almanzor, copia de Ben-Hayan, la siguiente curiosísima noticia:

“En el año 387 (997 de la Era Cristiana) día 23 del mes de Yumada-j-akkar, salió el general de Córdoba para su quadragésima octava expedición contra infieles. Penetró Almanzor en el país enemigo por la ciudad de Curia (Coria). A su llegada a Medinah Ghalisiyah, le salieron al encuentro gran número de condes cristianos con sus respectivas huestes, que reconocieron su autoridad, todos montados y equipados para la guerra. Ellos y los musulmanes atravesaron juntos las fronteras cristianas”.

Continúa Al-.makkari la narración de las ciudades, pueblos y fortalezas que sojuzgó Almanzor, y, al concluir añade: ”En Beliko, (Vallecos cerca de Ciudad Rodrigo), cuyo castillo había ya expugnado en otra ocasión, reunió a los condes cristianos que le habían asistido en su empresa, y les recompensó á cada cual según su jerarquía, repartiendo entre ellos y sus soldados, vestiduras de honor, hecho lo cual, los despachó á sus respectivas tierras. Dió en esta campaña Almanzor á los príncipes cristianos y a los demás de la parcialidad de los muslines, 2.285 piezas de tejidos de seda, del llamado trazi, de varios colores y dibujos; 31 trajes de piel marina; dos vestiduras de ambar; 11 de escarlata; 15 marishat; 7 sillas o jaeces de brocados; dos vestidos de lo mismo hechos en Grecia, y otros dos forrados de piel de comadreja.”


Como aclaración á la precedente nota, añade Gayangos, que los condes citados serían probablemente de aquellos que, entre los mozárabes, llevaban este título y tenían el cargo en las poblaciones sometidas a los musulmanes, de administrar justicia entre los cristianos y que estas decepciones eran frecuentes en aquellos infortunados tiempos. Esta última afirmación del profundo arabista la confirman, por lo que á esta comarca se refiere, los Anales Toledanos, al referir que en el año 1129 unos malos cristianos entregaron Coria y Alvalat ( Almaraz) á los moros.

Estudiando Gayangos este suceso en el texto original, deduce de sus palabras de Medinah Galisyah es la misma ciudad de Coria. En cambio el laborioso y erudito D. Vicente Paredes, conocedor como pocos de esta comarca, opina que se trata de Galisteo. Los dos, sin embargo de su competencia, no sostienen como incuestionable sus respectivos pareceres, y de ninguna manera hacen suya la leyenda inventada en épocas más recientes, de que Almanzor desde Galisteo se dirigió á sitiar á Coria, como si esta plaza no fuera suya entonces y que se apoderó de ella después de 21 días de asedio.

No es inverosímil que Almanzor, viniendo de Córdoba, entrase en nuestro país por Trujillo, siguiendo por Almaraz a Coria, que es la ruta seguida por los árabes en sus incursiones por Extremadura. Tampoco ofrece dificultad alguna, que al llegar el guerrero musulmán á Rusticiana, una de las estaciones de la vía Romana de la Plata, próxima al sitio que ocupa Galisteo, torciese hacia Coria, dado su plan de internarse en Portugal, y de allí marchar a Galicia como en efecto lo verificó.


Sin embargo de tan curioso é importante dato, nuestra opinión, contraria á la existencia de Galisteo, al menos como población importante en aquella época y aún dos siglos después, se ha robustecido con el examen de las historias árabes y de nuestras antiguas Crónicas. Hablan unas de las grandes revueltas promovidas por los berberiscos desde 742 á 767 en esta parte del suelo extremeño. Refieren otras que Abul-Aswal, después de la derrota sufrida en 784, entró solitario en Coria. Más nutridas de datos aparecen relatadas las campañas de don Ordoño I y D. Alfonso III, y á pesar de la concisión con que se escribían entonces, no dejan de puntualizar nuestros cronicones, principalmente el del Monje de Silos y el de Cardeña, las conquistas de Almanzor. Pues bien, ni uno sólo de los que se han ocupado de estos sucesos y de los demás ocurridos por entonces en nuestro país, cita a Galisteo.

Por lo que hace relación al último punto, ó sea la venida de Almanzor, se limita a decir que salió de Córdoba el 3 de Junio de 997 con un ejercito poderoso para la conquista de Galicia, y que llegando a Coria, partió para Coimbra, Braga, Viseo y Oporto, embarcándose allí rumbo a Galicia. Saltó a tierra en la desembocadura del Miño, apoderándose de Tuy y luego de Compostela.

No una, sino muchas veces, hemos repasado las frecuentes y gloriosas campañas sostenidas durante los siglos XI y XII, en el suelo de la alta Extremadura por los reyes de León, principalmente por los Alfonsos VI y VII. La historia las refiere minuciosamente, pero no cita a Galisteo.

Guardan el mismo significativo silencio el fuero de Coria y el privilegio fundacional de la ciudad de Plasencia, documentos de la segunda mitad del siglo XII, en que se detallan los términos de ambas ciudades. De existir entonces Galisteo, seguramente hablarían de él los mencionados documentos, dada su situación intermedia y la proximidad á ambas Sedes Episcopales.

Aunque habíamos visto ya en la Descripción de España del Endrisí, escrita en el siglo XII, que no figura en ella Galisteo, deseando esclarecer dicho punto, preguntamos á los eminentes arabistas D. Julián Ribera y D. José Alemany sobre el particular, y si el nombre de Galisteo proviene de la lengua árabe. Ambos escritores afirman, que ni el diccionario geográfico de Yacut, ni el editado por Juimboli, ni el Karvini, ni otras obras consultadas al efecto, mencionan dicho pueblo, ni su nombre puede considerarse como árabe.

Antes de proseguir nuestra tarea, es indispensable una digresión, encaminada á derramar nueva luz sobre la fundación de Galisteo, y al mismo tiempo á dar á conocer dos lugares comarcanos, muy importantes en la antigüedad, de los que apenas se tienen noticias.

Es el primero de estos la Atalaya de Pelay Vellido, al Noroeste de Galisteo, distante poco más de una legua y actualmente despoblada.

Dió nombre á este castillo un ilustre leonés de apellido Vellitiz, Vellidez ó Vellido, pues de las tres maneras se le cita con frecuencia en documentos de los siglos XI y XII. Figuró Pelay Vellido al lado de D. Alfonso VI. Entre los próceres del Reino que confirman el privilegio de dicho Rey de 1º de Mayo de 1075, por el que traslada a Burgos el obispado de Auca, aparece Pelay Vellidez Dispensator Regis. En otro de 1085, donando la villa de Arcos al Hospital de Burgos, confirma el mismo como Mayordomo del Rey. En 18 de Febrero de dicho año, restituye el Rey varias villas y monasterios a la iglesia de Astorga, y entre los confirmadores se encuentra también Pelagio Vellitiz, pero sin aditamento de cargo alguno. Sucede lo mismo en otro de 31 de Marzo de 1090. En la donación que hizo el obispo de León D. Pedro de varias posesiones á su iglesia en 4 de Diciembre de 1093, uno de los testigos fue Pelagius Vellitis, miles.

Al aducir los anteriores documentos que dan á conocer la persona de Pelay Vellido, nos hemos propuesto fijar en cuanto cabe, la época a la que se remonta el Castillo. Los restos insignificantes que del mismo quedan en la actualidad, ni conjeturar permiten si fué árabe su construcción ó de fecha posterior a la Reconquista. Se cuenta que, al descubrir un pozo u aljibe, hace veinte años, en esta fortaleza, hallaron varios objetos de cerámica y un caldero de cobre con inscripción. No hemos podido lograr copia de ella, ni examinar dichos objetos, a pesar de las diligencias practicadas.

En medio de tanta escasez de datos y consiguiente oscuridad, meditando sobre el origen del Castillo, nos parece ver entre los planes estratégicos de D. Alfonso VI, después de conquistada Coria en 1085 el de fortificar esta Atalaya y guarnecerla de tropas, confiándola á uno de sus más leales servidores para desde allí observar el movimiento de las fuerzas enemigas y estar prevenidos contra los frecuentes asedios de que era objeto la codiciada ciudad.

Saliendo del terreno conjetural y entrando en el de la realidad histórica, encontramos citada la Atalaya de Pelay Vellido como pueblo con iglesia en las Bulas de Alejandro III y Lucio III, fechadas respectivamente en 7 de Agosto de 1168 y 19 de Marzo de 1184, que fueron dictadas ex profeso, como ya dijimos en otra parte, para la reorganización del Obispado de Coria que acababa de ser restaurado.

Después de tan autorizada cita, y antes de entrar en el examen de los valiosos documentos afortunadamente conservados, que pregonan la importancia alcanzada en lo antiguo por este castillo y dan á conocer su posición, permítasenos evocar un recuerdo tan glorioso como pertinente al asunto. Cáceres fué la primera Casa que en el reino de León tuvo la Orden de Santiago, y nunca perdió su fundador, el Maestre D. Pedro Fernández, la esperanza de verla allí restablecida. Para ello era necesario arrancar del poder musulmán aquella plaza; mas cómo esto se prolongaba, trató de buscar, dentro del Reino de León, sitio á propósito para Casa Mayor. No lo encontró mejor que el de la Atalaya por su posición céntrica entre el territorio conquistado en Extremadura y el que restaba en poder de los enemigos, así como también por la proximidad a Castilla y Portugal. Desgraciadamente se enfriaron por entonces (1175) las relaciones entre el Maestre y el rey D. Fernando II, y este proyecto hubo de quedar definitivamente aplazado, tanto por este motivo, como por el de la marcha del Maestre a Castilla.

Reanudadas por fortuna las amistades entre el Rey y la Orden en 1181, vino el Maestre á Salamanca á celebrar la fiesta de la Santa Cruz, y allí el día 4 de Mayo prometió al Rey cumplir lo que ambos vivamente deseaban respecto á la Casa Mayor. En agradecimiento recibió la Orden del Rey, á Villafáfila y la Valduerna. Lo confiesa el Rey en el privilegio cuando dice: “et attendentes quod vos Petris Fernandi, hujus Militaes Magister, et fatres vestri locum qui sit caput Ordinis vestri, et Domun principalem, ad quam convenire, et Capitulum solemnius debeatis celebrare, eam in regno nostro facere firmiter promititis”. Ayudaba al Maestre en sus planes el Obispo de Coria don Arnaldo.

Ocupados durante el siguiente año el Rey y el Maestre en la conquista de Cáceres, les faltó tiempo para esta empresa. Habiendo ocurrido poco después, en Julio de 1183 la muerte del Maestre, su sucesor, D. Fernando Díaz, trató, aunque inútilmente, de que se abriera de nuevo la Casa de Cáceres. Muere D. Fernando II en 1188, y tanto por este motivo, como por las desavenencias mantenidas durante tres años entre los Reyes de Castilla y de León, hubo de aplazar este grandioso proyecto.

Se apoderan otra vez los musulmanes de Cáceres y ante tan desgraciado acontecimiento, surge de nuevo, y tal vez con mayor entusiasmo, la idea de llevar á la Atalaya la Casa Mayor de la Orden. Tres importantes documentos á que aludimos al principio, insertos en el Tumbo Menor de León, ilustran de sobremanera este punto. Es el primero un privilegio rodado de D. Alfonso IX de León, fechado en la misma Atalaya en 31 de Mayo de 1203, por el que dona este Castillo, por devoción al Apóstol Santiago, ó mejor dicho, confirma la donación del mismo, hecha por su padre a la Iglesia de Compostela. En el citado privilegio se deslinda los términos del Castillo minuciosamente, y vemos que confina con Coria, Granada, el Castillo de Xerith, Torre de Vigo, Cozuela y Río Jerte. Llamamos la atención de los lectores sobre el hecho de no citarse á Galisteo en dicho deslinde, sin embargo de estar más próximo a Atalaya que algunas de las poblaciones que figuran en el mismo.

Poco tiempo después, pero sin poder precisar la fecha, porque carece de ella el documento, aunque seguramente debió preceder al que citaremos luego, el Arzobispo de Compostela cambia el Castillo de la Atalaya con el Rey por el de San Jorge y la heredad de Quintanilla, cerca del Orbigo. Entonces D. Alfonso IX en Salamanca á 20 de Abril de 1209, viendo cada vez más difícil la conquista de Cáceres, sin renunciar á ella, pacta con el Maestre de Santiago que le ceda la Atalaya, á condición de poner allí la Casa Mayor de la Orden. Son terminantes las palabras del Monarca Leonés: ”Et hoc praedictum Castellum de Atalaya do praedicto Ordini, ut quia in Regno meo habuit principium, in eodem Regno y Castello praedicto faciat sibi majorem Cassam ad exaltationem Ordinis et Regni mei et ad defensionem christianitatis et ad servitium Jesuchristi.”

A pesar de donación tan solemne y consiguiente aceptación por parte del Maestre, tampoco llegó entonces á realizarse el plan elaborado en medio de tantas contrariedades. Estando ya extendida la Orden por los cuatro reinos de León, Castilla, Portugal y Aragón, los Trece de la Orden, especialmente los castellanos, mudaron de opinión, y en vez de llevar la Casa Mayor á la Atalaya, por no resultar este Castillo en posición tan céntrica como anteriormente, la instalaron definitivamente en Velés. Disgustado el Maestre con semejante resolución, renunció a su cargo en 1210, quedando para siempre malogrado un proyecto ventajoso para Extremadura y que la hubiera reportado mucha gloria.

Desde entonces quedó la Atalaya reducida á una Encomienda de la Orden de Santiago y como tal se la cita en la Bula de Honorio III de 9 de Agosto de 1224, confirmatoria de los privilegios de la Orden. En ella, al enumerar los puntos á donde alcanzaba su jurisdicción, se encuentra “Atalajam cum suis pertinentiis”.

Visitó por segunda vez D. Alfonso IX este Castillo en Mayo de 1229, después de la conquista de Cáceres.

Prosiguiendo la historia de esta fortaleza, hallamos que el célebre Maestre de Santiago D. Pelay Pérez Correa, en Mérida á 12 de Marzo de 1274 otorga varias donaciones a D.ª María Méndez, Comendadora del Convento del Santi-Spiritus de Salamanca y viuda de D. Alfonso Gil, hijo bastardo de D. Alfonso IX. En una de ella dice: “otrossi la Bailia del Atalaya con Valdelacasa”. Agregada á este convento, más en concepto de dehesa que como Castillo, continuó la Atalaya en los siglos posteriores hasta le época de la desamortización, careciendo de importancia civil y militar.

No es de extrañar esto último, porque arrojados los árabes más allá del Tajo, desapareció la necesidad de estos Castillos roqueros, capaces del albergar solamente hombres de armas y en números reducidos. Desde entonces resultaban más ventajosas las poblaciones amuralladas que ofrecían seguridad para el tiempo de guerra y á la vez habitación cómoda para los labradores y ganaderos, cuyas faenas iban adquiriendo notable desarrollo á medida que se consolidaba la paz. Aunque en un traslado de la donación de Galisteo hecha a D. Fernando de la Cerda por su padre y que fué sacado en 5 de Abril de 1373, figuran como testigos dos vecinos de la Atalaya, creemos que ya entonces era un pueblo reducido y que de sus ruinas salió la villa de Galisteo.

Más incompletos y menores en número de datos referentes á la Atalaya, son los que hemos podido recoger acerca del Castillo de Xerith, que es otro de los lugares desconocidos citados al principio, del que ni vestigios quedan en la actualidad. Por dicho motivo, y el poco cuidado de los Cronistas, es muy difícil precisar el sitio que ocupó y averiguar los sucesos que acaecieron dentro de su recinto. Procuraremos llenar este vacío.

Resulta del fuero de Coria, que esta ciudad confinaba por el Nordeste con la Mesa de Xerete. El Rey D. Alfonso IX, al dividir, ó mejor dicho, al señalar en 31 de Mayo de 1203 los términos del Castillo de la Atalaya por la parte de Granada, dice que los términos van según Moliasedas cae en Alagón cerca de Cozuela y siguiendo el término á la Cabeza de la Mesa de Xerith...Por la parte de Coria según cae el río Xerith en Alagón.

Para evitar confusiones, hay que advertir que Moliasedas es conocido también con el nombre de Morasedas y Mora, y hoy es el arroyo de Morcillo. El Xerith da nombre al Castillo y á un arroyo, que a veces se denomina río, pero no hay que confundirle, á pesar de la semejanza con el Jerte.

Aunque obscuros los precedentes datos, dan lugar á presumir que Xerith se hallaba situado entre la Atalaya y Coria y probablemente más próximo á ésta, en algunos de los cerros más prominentes de la dehesa titulada de las Mesas.

Su antigüedad se remonta al siglo XII. En la Crónica latina de don Alfonso VII el Emperador, después de enumerar las guerras que sostuvo con los Reyes de Aragón, Navarra y Portugal, añade: ”Adefonsus imperator ascendit in Xeret, et usquequo accepit Auriculam et Coriam”. El Xeret aquí citado no es otro que el Castillo de que estamos ocupándonos, porque el Jerez de los Caballeros, aparte de escribirse siempre con la terminación en z, en aquella fecha se encontraba todavía en poder de los árabes. Creemos por lo tanto, que los preparativos para tan famosa conquista, tuvieron lugar en Xerith.

D. Fernando II visitó también este Castillo durante el año 1171 y en él firma el privilegio concediendo á la Orden de Santiago el Valle de Albuera, Luchena, Cantillana y el Castillo de Montemayor, junto al Caya, en término de Badajoz. Aunque no trae el privilegio el mes en que fué otorgado, como el Rey salió en febrero de León, es de creer que llegase a Xerith á principios de Marzo, pues en el resto del mismo aparece guerreando en Extremadura y llevando la campaña hasta Santaren en apoyo de su suegro el rey de Portugal.

Acompañaron a D. Fernando II en esta ocasión en Xerith, el fundador de la Orden de Santiago, don Juan León, los Obispos D. Pedro de Santiago, D. Juan León, D. Fernando Astorgas, D. Juan de Lugo, D. Gonzalo de Oviedo, D. Esteban de Zamora, D. Pedro de Salamanca, D. Adán de Orense y D. Pedro de Coria, entusiasta este último, como sus antecesores de la Orden de Santiago. Figuraban también entre las tropas del Rey con sus respectivas mesnadas el Conde de Urgel; los Condes don Gómez de Trastamar y D. Alfonso Ramírez, D. Fernando Ruiz, que tenía las Torres de León, y su hermano D. Gutiérrez; el Alférez Pedro Peláez y D. Pedro Ponce, que tenía á Sanabria.

Al año siguiente bajó también el Monarca Leonés á Extremadura con el objeto de fortificar sus plazas y castillos contra el Miramolín Jucef y los Almohades, que acababan de desembarcar, pero no consta que estuviera en Xerith.

Los precedentes noticias son las únicas que hemos podido recoger acerca de esta antigua fortaleza. No renunciamos á proseguir nuestras investigaciones hasta lograr puntualizar el sitio que ocupara.

Ya es hora de que entremos en el estudio y antigüedad que cabe atribuir a Galisteo. Vimos al principio lo dudosa que aparece su existencia durante la dominación musulmana y la casi seguridad de que ni alcanzó a dicha época ni al primer periodo de la Reconquista en Extremadura. Ahora para precisar en cuanto cabe, no por conjeturas, sino documentalmente su fundación empezamos llamando la atención de los lectores sobre el significativo silencio que acerca de este pueblo guardan las disposiciones Pontificias referentes á la reorganización del Obispado de Coria y los privilegios Reales de que goza aquella Iglesia.

El Rey D. Fernando II en Astorga á 10 de Diciembre de 1188 dona al Obispo de Coria y á su iglesia el Castillo de Santa Cruz, y al señalar sus términos, cita como colindantes á Pozuelo, Aceituna y Aldeanueva (Villanueva de la Sierra) y, sin embargo, no habla de Galisteo, que un siglo más tarde figura como confinando a dicho Santa Cruz. También observamos al tratar de la Atalaya de Pelay Vellido que en los privilegios de 1203 y 1209 referentes á la misma, no obstante describirse minuciosamente los límites que la separaban de los pueblos contiguos, distantes algunos mucho más que Galisteo, no se hace en ellos la más ligera referencia al precitado pueblo.

Suena por primera vez tan extraño nombre en el privilegio de D. Alfonso IX, otorgado en Toro á 28 de Marzo de 1217, por el que da la villa de Alcántara á la Orden de Calatrava. ”sicut villa ipsa dividit cum Portugal, cum Cauria, cum Galisteo, cum Alconetar et cum Sarracenis”.

En el R. Archivo de la Torre de Tombo de Lisboa (Gaveta I, mazo 4, num. 22), se conserva original la carta de donación del Concejo de Sorthela hecha por el Rey de Portugal al Monasterio de Mazanaria en Junio de 1221. En dicho documento, al describir los límites del Concejo, dice: ”per illum locum ubi pugnabimus eum illos de Galisteo, et fuit mortuus Petra Salvatori”.

En el mismo año de 1221 á 1º de Enero, el Obispo de Coria don Arnaldo y D. Rodrigo Pérez de Villalobos, reunidos en Galisteo, llevaron á efecto la división de límite entre Palomero y Granadilla, que el Rey les había encomendado.

D. Alfonso IX, después de la conquista de Cáceres, visitó á Coria y la Atalaya, y viniendo a Galisteo, firmo allí en el mes de Mayo de 1229, la transacción a la Orden de Santiago, en virtud de la cual se dió a dicha Orden Castrotoraf y Vilafafila en compensación de Cáceres, que quedó desde entonces incorporado a la Corona.

El Papa Gregorio IX, en 16 de Enero de 1235, confirma á la Orden de Alcántara “possesiones quas habetis apud Galisteum”.

El Rey D. Fernando III en Sevilla a 8 de Agosto de 1250, divide los términos entre Galisteo y Santa Cruz y se dicta sentencia sobre cierta heredad existente entre Aceituna y Santa Cruz, cuya propiedad se disputaban el Cabildo de Coria y el Concejo de Galisteo. Este sostenía hallarse en posesión de la heredad desde el tiempo de D. Alfonso IX.

En 1253 y 1294, figura el Arcediano de Galisteo, pero no en los años anteriores de ese siglo. En los Estatutos de la Catedral Cauriense, formado en 1314, ya figura dicho Arcediano como una de las dignidades que constituían aquel Cabildo.

Resultando de las precedentes citas que hasta 1209 guardan todos profundo silencio acerca de Galisteo, y que en 1217 y en los años siguientes, se le cita como pueblo ya existente, entendemos que cabe fijar su fundación en alguno de los ocho años que median entre ambas fechas, mientras nuevos datos no nos obliguen a cambiar de opinión. Esto no impide que en el sitio que hoy ocupa Galisteo ó en sus inmediaciones, existiera el Galisiyath, citado por Almakkari, pero desaparecido al menos durante los dos siglos posteriores al suceso que relata el escritor musulmán.



Durante los cincuenta años siguientes á la fundación que acabamos de asignar á Galisteo, parece que estuvo este pueblo incorporado á la Corona. D. Alfonso X por priviliegio otorgado en Alcalá de Henares á 4 de Julio de 1268, hace donación á su hijo mayor el infante D. Fernando de la Cerda de las villas de Galisteo, Albuquerque, Alconétar, Granada y Montemayor.

Contiene dicho documento, además de la donación, el deslinde de todas las villas en el mismo expresadas. Por lo que se refiere á los límites jurisdiccionales de Galisteo, indica que les partía con Alconétar por la Calzada Romana, Puerto de Cañaveral, dehesa de la Nava, Arroyo del Hacín y el de Mora ó Morcillo, hasta donde entre éste en el río Alagón. Por la parte de Coria eran los linderos la Carrera de Santa María, Guijos Blancos y Valde Rey; y finalmente dividía sus términos con Pozuelo, Villanueva, Santa Cruz y la Calzada de Guinea.

Es significativa en alto grado la omisión que se hace en este deslinde de la Atalaya, y da lugar á presumir que estuviera incorporado su territorio á Galisteo en aquella fecha, siquiera por poco plazo.

De la precedente carta de donación, cuya fecha no sabemos si es de la Era Cristiana ó de la de César, se sacó un traslado en Galisteo á 5 de abril de 1373 ó 1335, y se insertó con las ordenanzas de la Villa, en un testimonio expedido por el Escribano del Concejo en 17 de Diciembre de 1594. La copia que hemos tenido á la vista es de 1753, y á pesar de los numerosos y graves defectos que la afean, arroja viva luz sobre la historia de Galisteo, en particular con relación al Señorío de dicha villa otorgado al infante D. Fernando de la Cerda, cuya concesión vimos algún tanto oscurecida al tratar de Granadilla.

Con el fin de evitar errores y aclarar las dudas suscitadas por el descuido de los copiantes, nos permitimos las siguientes observaciones:

Primera. La donación no puede alcanzar más antigüedad que la de D. Alonso X, en cuyo reinado comenzaron á escribirse en castellano los privilegios reales.

Segunda. Aunque la data del documento es de 1306, hay que considerarla como de la Era de César, porque esa fué la práctica seguida entonces en la expedición de los privilegios. Siendo así, corresponde al año 1268 de la nuestra, en que reinaba D. Alfonso X y vivía su hijo D. Fernando, á cuyo favor se otorgó la gracia.

Tercera. De no admitir nuestra interpretación habría que considerar á todas luces apócrifo el privilegio, porque en 1306 de la Era Cristiana no reinaba en Castilla y León ningún Alfonso, sino D. Fernando IV, y este Rey, en aquella fecha, carecía de hijos.

Acerca del traslado ó testimonio del privilegio, después de hacer constar que no era en ellos tan frecuentes el uso de la Era de Cesar, afirmamos que la referencia al Infante hecha en el mismo no puede ser á otro que á don Sancho, hijo bastardo de D. Alonso XI. Ya vimos, hablando de Granadilla, que al nacer este D. Sancho en 1331, le dió su padre el Señorío de Galisteo y de otros pueblos y se le quitó en 1336. El precitado D. Sancho fue reintegrado en sus estados por el rey D. Enrique II en 1364 y continuaba poseyéndolos en 1373, en cuya fecha se casó con la infanta Dª Beatriz de Portugal.

En el traslado ú acta ( que de ambas cosas tiene) se habla del Infante recibiendo personalmente la petición de los vecinos de Galisteo, que deseaban copia de la carta Real de D. Alonso XI, y se le presenta ordenando á sus criados que pongan de manifiesto el privilegio. Nos inclinamos á creer que fué extendido el traslado en el año 1373 de nuestra Era y no de la de César, porque en la primera fecha contaba D. Sancho 42 años de edad, y si fuera la segunda, tendría sólo cuatro años y no podía haber ejercido ninguno de los actos antes mencionados.

Sabemos también que el infante D. Fernando de la Cerda murió en Agosto de 1276, y además no existe un sólo dato que demuestre haberle sucedido en el Señorío de Galisteo sus hijos D. Alonso y D. Fernando. Por el contrario, consta que, dos años después de la muerte de su padre, fueron reducidos á prisión dichos Infantes y llevados al Castillo de Játiva, de donde no salieron hasta 1288. En aquella fecha, su tío el infante D. Pedro llevaba ya por lo menos seis años en posesión del Señorío de Galisteo.

Si alguna duda quedase sobre este punto, motivada por la intervención de los Infantes de la Cerda en las revueltas de Extremadura en aquella época, la desvanece la historia, presentándonos á D. Alonso de la Cerda en los primeros años del siglo siguiente como Señor de Béjar y Alba, sin extender su autoridad ó Señorío en Extremadura á otros pueblos que los de Torremenga, Pasarón y Garganta de la Olla, que de dió D. Alfonso XI en el Almendral á 2 de Mayo de 1331.

En todo el período comprendido desde 1282 en que el infante don Pedro aparece como Señor de Galisteo, hasta que el infante de Aragón D. Enrique sufrió la confiscación de sus Estados, sigue este Señorío las mismas vicisitudes que el de Granadilla, por cuyo motivo nos abstenemos de repetirla aquí.

Durante ese tiempo no dejó Galisteo de figurar entre las villas más notables del Reino. La vemos representada en la Hermandad que los Concejos de León y Galicia concertaron en las Cortes celebradas en Valladolid á 12 de Julio de 1295. Esteban Sánchez, á nombre de Galisteo, asistió á otra Hermandad que en las Cortes de Burgos de 1315, acordaron los caballeros para defenderse contra los tutores de don Alonso XI. En esta misma villa en 1392, á instancias del Rey D. Enrique III y bajo la presidencia de Dª. Leonor de Castilla, se reunieron los Concejos de Plasencia, Coria y Galisteo, para tratar de la guerra contra Portugal y del contingente que había de ofrecer cada uno de dichos Concejos. Representaron á Plasencia Ruy López de Villalobos y á Coria Arias Rodríguez Maldonado, Fermín González y López Suárez. El Rey vino á Plasencia con el objeto de dar impulsos á tan importantes trabajos.

Dejamos para el artículo siguiente la reseña de cuándo y cómo pasa el Señorío de Galisteo al Conde de Castañeda don Garci Fernández Manrique, con las demás particularidades de algún interés que ofrece la historia de este pueblo desde el siglo XV hasta el presente, así como también algunas noticias sobre la parte monumental é hijos ilustres que de allí han salido.


Eugenio Escobar Prieto
Deán de Plasencia.
Extraído del trabajo “Galisteo: Monografía Histórica” Publicado en la revista Extremadura VIII. Cáceres 1906. Su autor es Eugenio Escobar Prieto, Deán de Plasencia.